Siempre queremos algo, y pensamos que si lo llegamos a tener vamos a sentirnos llenos. Pero cuando lo conseguimos siempre hay algo malo en ello, algo que te sigue faltando, alguna cosa que sigues anhelando y que alomejor nunca la habías necesita, pero ahora la necesitas más que nunca.
Somos caprichosos, inconformistas, somos leones a la hora de querer, pero meras células a la hora de intentarlo.
Somos unos insaciables e indeterminados. Necesitamos grandes cosas para alcanzar la felicidad, pero hace falta muy poco para destruirla.
Necesitamos que estén detrás de nosotros recordándonos que alguien nos quiere y que servimos para algo. Pero pocas veces nos damos cuenta que servimos para mucho más, que necesitamos menos para ser felices, y que detrás de todo lo superficial de la vida, hay una fina membrana llamada interioridad, que gracias a ella somos quien somos, y que si no la cuidamos bien, podemos llegar a perderla.
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